Si tu plan es pisar la playa o salir a navegar
Si has mantenido el bronceado durante el invierno con la ayuda de cabinas UVA, ya tienes algo adelantado. En caso contrario, recuerda que tu piel está totalmente desprotegida y debes tener mucho cuidado.
Aun así, los primeros días de sol la piel está sensible y poco preparada. El bronceado es una reacción natural destinada a crear una barrera de protección ante los rayos del sol. Así que una piel sin broncear está mucho más expuesta a los efectos dañinos de la radicación: quemaduras, manchas, envejecimiento cutáneo y alteraciones del ADN.
Unos días antes
Hazte un peeling facial y corporal, y un buen tratamiento de hidratación. A la vez que pones a punto tu piel, facilitas que el bronceado sea más bonito y uniforme (evitando manchas).
Durante la exposición
- Los primeros días utiliza un protector solar elevado, acorde a tu tono de piel.
- Ten cuidado especial con labios (protector especial) y contorno de ojos (gafas de sol o sombrero).
- Si tienes alguna cicatriz reciente, utiliza bloqueador total o cúbrela con una tirita.
- Recuerda que algunos medicamentos y tratamientos son incompatibles con tomar el sol. Infórmate.
- Muchos perfumes generan fotosensibilidad, así que ten cuidado también con esto.
- Acuérdate de ir bebiendo líquido continuamente para mantener el nivel de hidratación interna.
- Y, aunque el sol no está tan elevado como en pleno verano, intenta evitar las horas centrales del día.
Después de un día de sol
Debes re-hidratar correctamente todos los tejidos: interiormente, con agua y jugos naturales, y exteriormente, con un buen producto “after sun”.
¡Ah! Y no te olvides de cuidar tu pelo… Te rescatamos un artículo del magazine Me Gusta Tu Pelo: Consejos para no arruinar el pelo este verano.
Si tu plan es ir a la nieve
Si, en cambio, tu plan es hacer la última escapada de esquí de la temporada, tu atención principal será la piel de cara, como seguro sabes.
En la altura se da una situación muy particular: la radiación UV está menos filtrada por el aire, y encima la nieve actúa como un espejo, reflejando hasta un 80% de la luz solar y multiplicando muchísimo la exposición.
Súmale a esto el frío y el viento propios de la alta montaña, y el resultado ya lo conoces: labios cortados, piel tirante, sensibilidad, cuperosis (mejillas sonrosadas), etc.
Antes de salir a esquiar
Una vez más: la clave es otorgar a la piel de los elementos que le permitan minimizar los efectos y reaccionar por sí misma a las agresiones. Y eso se consigue… Justo, con una buena hidratación.
Presta atención especial a las zonas más expuestas: codos, talones y rodillas (por el roce con las botas y la ropa de esquí), manos, y, sobre todo, cara, la más expuesta al aire, el frío y la radiación.
Durante el día
- Aplícate un buen protector solar para proteger la piel del rostro.
- No descuides nuca, cuello y manos, partes del cuerpo que también están expuestas.
- Utiliza un bálsamo especial para labios, con protección solar y muy hidratante.
- Y lo más importante, por tu salud: unas gafas adecuadas, para evitar queratitis (inflamación de la córnea).
Al llegar al hotel
Dedícate unos minutos cuando vuelvas al hotel. Utiliza una mascarilla revitalizante, y vuelve a aplicar loción hidratante corporal y un producto “after sun” en la piel de la cara.
Un detalle importante, especialmente para pieles sensibles: cuidado con la alimentación durante esos días. Las pieles sensibles expuestas al aire y el frío tienden a activar la cuperosis, y el alcohol y los condimentos muy picantes no colaboran. Así que apuesta por una alimentación ligera para minimizar las consecuencias a largo plazo.
Por cierto, para ti que te vas a la nieve, también tenemos un artículo sobre el cabello: 10 consejos para proteger nuestro cabello en en invierno.Contacto