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Cirugía para el alma entrevista Dr. Ramón Vilarovira

La Cirugía del Alma

Esta es una entrevista al Dr. Vila-Rovira en el Magazine That’s Life. Si lo desea, puede descargarla en formato PDF e imprimirla,haciendo clic aquí.

El doctor Ramón Vila-Rovira habla con entusiasmo. En cada una de sus palabras pone mucho de sí mismo, abocado a lo que dice con la misma exaltación con la que se dedica a la cirugía. Su charla es cadenciosa, atenta, muy preocupada también por los matices implícitos que puede dar a sus respuestas. Su lema personal es ‘no envejecemos’, porque afirma que tenemos la edad que deseamos tener hasta el último de nuestros días. Hablamos de su oficio después de tantos años de experiencia, y del éxito, y de una manera de entender la medicina y la cirugía que se adentra de forma muy comedida en lo puramente humano.

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¿Cómo lleva el hecho de ser un cirujano tan querido por sus pacientes? Llevo más de veinticinco años en la profesión. Y siempre me ha gustado este oficio, des del fin de la carrera y la residencia; y creo que ese entusiasmo en mi trabajo se transmite a los pacientes. Si algo te gusta, pues, lo haces bien, y si lo haces bien, cada vez lo haces mejor. Así, controlas los errores, y el círculo de tu quehacer se agranda. Ten en cuenta que he operado ya entre veinte y veinticinco mil personas. Esto es, un promedio de entre seiscientas y setecientas operaciones al año.

¿Y todas las hace usted? Maticemos. Pensemos que hay grandes y pequeñas operaciones. Las grandes incluyen asistencia de anestesista, y el quirófano central de la clínica Teknon. Pero también están las pequeñas, como la extracción de un cáncer de piel en la cara, que se hace en media hora con anestesia local. Si sumo las grandes y las pequeñas operaciones acaso realice tres o cuatro, de promedio, al día.

Una cifra impresionante… Trabajamos mucho, y desde temprano. Cada día desde las nueve de la mañana. Y tengamos en cuenta también las visitas; unas mil primeras visitas al año; y las segundas visitas, ya con pacientes operados y conocidos, pues, son otras mil. Y eso es mucho trabajo, un trabajo que se disfruta desde la pasión del buen hacer.

Un trabajo muy difícil… Lo nuestro, en principio, es una obligación de resultados. No sólo de medios, de hacer todo lo posible, sino que debemos realizar una determinada operación de acuerdo a unos parámetros determinados. No basta sólo con intentarlo, se nos exige la excelencia. Somos juzgados por el resultado de nuestras operaciones. ¿Obligación de resultados y no de medios? Sí y no, pues, porque la medicina no son matemáticas. Y nosotros somos médicos por encima de todo.

Médicos por encima de todo… Un buen lema, casi una filosofía personal, ¿no es así? Sí, y por una razón muy clara. Yo me siento médico por encima de todo y con mi oficio quiero ayudar a la gente a sentirse mejor, a engrandecer su autoestima. Por eso, si acude a mi consulta una persona fumadora y me pide cirugía estética, y además esa persona puede que no realice ejercicio físico, o que no cuide tampoco su alimentación, yo no puedo operarla. Y si al final la opero, le pediré que haga después ejercicio, que coma mejor, que se cuide, que deje el tabaco, que tanto perjudica los órganos y la piel.

Porque, al fin y al cabo, se trata de hacer de médicos… Desgraciadamente me he dado cuenta, con los años, de que no todos mis colegas actúan así y que se desentienden de la parte médica de su oficio. Así, por ejemplo, si acude alguien a su consulta y debe hacérsele una liposucción, no acompañan la intervención de este tipo de consejos, como el que nos llevaría a recomendar un gimnasio a nuestro paciente. Pero no sólo como una sugerencia, sino como una parte de lo que debemos hacer en tanto que médicos comprometidos con nuestro trabajo, y no sólo con la parte de negocio que también lleva consigo esta rama de la cirugía.

No sólo se trata de cobrar, sino también de aconsejar, de crecer junto al paciente, ¿no es así? Sí. Es por eso que a veces digo, incluso a quien no puede pagarme, que le voy a operar, y que, si no me paga en el futuro, pues le advierto que tampoco le voy a perseguir judicialmente. Porque no veo clientes sino pacientes, con toda su complejidad, con toda su historia, y también con su particularidad económica. Mis clientes no existen, sólo existen mis pacientes, los cuales, como dices, suelen quedar contentos porque con los años uno acaba puliendo su arte y convirtiéndose en un profesional competente, instruido por la experiencia y por el contacto con la realidad del oficio. El ejercicio más complicado del mundo, con el paso del tiempo y con la aplicación, se convierte en algo sencillo, el algo dentro de lo cual uno puede incluso adquirir maestría, con mucha motivación, claro, y después de desvelar sus secretos.

¿Existen, pues, los genios en cirugía, los dones innatos en ciertos médicos? Si alguien tiene un don innato, y lo profundiza, puede llegar a lo más alto. Pero si alguien no está especialmente dotado, con el paso del tiempo, con la perseverancia y la pasión, puede también llegar a obtener grandes resultados, incluso mejores que el supuesto genio. No podemos, pues, pensar ése don sin el trabajo necesario para llegar a resultados excelentes.

¿Tuvo usted mentores, maestros? Sí, tuve en mi vida cirujanos gracias a los cuales aprendí cosas decisivas. Como por ejemplo Luís Tuca, cirujano general oncológico, que me dio muy buenos consejos, grandes recomendaciones, como los primeros rudimentos, por ejemplo cómo empuñar el bisturí, o lo que no debe nunca hacerse en cirugía, o qué hacer cuando todo parece perdido… O Jaume Planas, a quien le gustaba tanto su trabajo que parecía un concertista, un virtuoso que lo cuidaba todo, que mimaba al paciente, que amaba lo que hacía y que ese amor lo dejaba translucir en cada uno de sus gestos. Yo estuve dos años a su lado, sin cobrar, aprendiendo de él y ayudándolo… Estos dos cirujanos me marcaron, dieron un vuelco a mi manera de entender la medicina. Y ahora ése es un papel que puedo ejercer yo con mis alumnos, con los miembros más jóvenes de mi equipo. Y con los que leen mis libros, las tres obras de medicina que he escrito y que han tenido en la comunidad médica tan buena aceptación, y que están ahora mismo formando cirujanos en todo el mundo, profesionales que me escriben agradecidos o que encuentro en los congresos…

Parece, a la luz de sus palabras, que la cirugía transciende la mera técnica y se adentra en el campo de lo moral, de lo más humano… Nunca debería operarse nadie con un cirujano que no dé esta impresión de humanidad… cuando se adivina que sólo se mueve por dinero, o que pretende operarnos para realizar alguna prueba, para experimentar una técnica aprendida, por ejemplo, en un congreso. Es por eso que siempre digo que no existen los malos y buenos médicos, sino sólo aquellos por quien me dejaría operar y los que no. Recuerdo siempre un refrán: “quien de medicina sólo sabe, ni medicina sabe”.

Un buen lema… Sí, que siempre acompaño de este otro: no hagas a nadie aquello que no harías a los tuyos, a tu familia, a los seres que más quieres. ¿Operarías a tu hija de quince años de un aumento de pecho? ¿No? Pues no lo hagas a una paciente.

Usted empezó haciendo reconstrucciones estéticas. Mis primeros años trataba quemaduras, cánceres, traumatismos… Pero gradualmente derivé hacia la cirugía estética, gracias a la cual pude dejar atrás el hospital público, que siempre tiene un techo económico y de motivación personal que puede abocar a la frustración, al desengaño porque se acaba el reconocimiento y los incentivos. En la sanidad pública se frustra la estimulación profesional. Quien hace dos operaciones puede cobrar lo mismo que quien hace treinta, y sin que nadie le reconozca el valor de su aportación. Al final, acaba prevaleciendo la triste ley del mínimo esfuerzo. La propia lógica de lo público, en este caso, pervierte la dimensión de crecimiento personal y profesional que puede conllevar la cirugía para el buen profesional. Pero no soy ingenuo y no ignoro que en la medicina privada podemos encontrar médicos únicamente preocupados por el dinero, y que pierden la dimensión propia del paciente…

Para acabar, doctor, sé que usted también siente pasión por la pintura, algo en principio muy alejado de su actividad profesional… Me gustar pintar, sí. Y he hecho exposiciones y he vendido mis obras, y no sólo a pacientes agradecidos sino a coleccionistas a quienes ha gustado mi pintura. Cuando vendo un cuadro a alguien que no me conoce como cirujano, que no adquiere una obra por agradecimiento o recuerdo sino por atracción a la obra, entonces siento una gran satisfacción. Mis cuadros son abstractos, como collages, no figurativos, aunque estéticos, con una armonía, unas formas. Creo que la cirugía ya es suficientemente figurativa.

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